Historia

Las frecuentes contiendas que marcaron la península ibérica a lo largo de los más de setecientos años de la Reconquista son responsables de la abundancia de castillos y fortificaciones que adornan su territorio.

Se estima que hay alrededor de 20.000 castillos en España, aunque no todos han resistido el paso del tiempo de manera óptima, aún quedan ejemplares suficientes para admirar. La Asociación Española de Amigos de los Castillos cuenta con aproximadamente 10.500 inventariados.

Las primeras edificaciones que se consideran castillos surgieron en el siglo IX, durante la Alta Edad Media, destinados principalmente a la defensa.

A diferencia de las fortalezas europeas, los castillos españoles no eran residencias palaciegas, sino estructuras de defensa y militarización. Su estilo arquitectónico varía según la época, siendo la mayoría de origen medieval, aunque también hay ejemplos renacentistas.

Los castillos españoles suelen seguir un patrón común: son relativamente pequeños, con torres almenadas, construidos con materiales visibles y rodeados por fosos secos.

La mayoría de los castillos españoles se concentran en regiones como Castilla, cuyo nombre se traduce literalmente como «tierra de castillos», así como en Jaén, Cataluña y Aragón. Siendo Jaén la provincia con más castillos de la península ibérica.

¿Qué es un castillo?

  El castillo debía obedecer a necesidades defensivas, por lo que su arquitectura era, en un principio, puramente funcional. Su construcción es similar a otras estructuras militares, como el torreón, el fuerte o la ciudadela, por lo que hay que conocer bien qué partes compone este tipo de construcción para saber si estamos hablando o no de un castillo.

Castillo (del latín castellum, diminutivo de castrum) es, según la definición del Diccionario de la RAE, un «lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones». Tiene un marcado carácter defensivo y es propio de la Edad Media.

El castillo es un edificio propio de la arquitectura militar que nace de la necesidad de defenderse frente a amenazas externas. Por ello comenzaron teniendo un uso práctico y su arquitectura sólo aspiraba a conseguir un edificio completamente funcional, dejando a un lado cualquier ornamento. Con el paso del tiempo, el castillo en España abandona en parte su carácter militar para pasar a ser residencia de nobles y reyes, por lo que se convierte en un palacio y aparecen el gusto por la decoración y la estética

Arquitectura de los castillos

Generalmente, los castillos se construían en lugares elevados para controlar el territorio y protegerse de ataques enemigos. Contaban con fosos y barreras fortificadas exteriores, mientras que sus muros eran anchos y altos, rematados por almenas y matacanes. Las puertas, punto débil, se protegían con sistemas defensivos, y se incluían aljibes para almacenar agua. Finalmente, dentro del castillo se levantaba la Torre del Homenaje, que era el lugar donde residía el señor.

Para que un edificio se considere «castillo» normalmente debe tener:

    Recinto amurallado adaptado al terreno

    Una torre habitable

    Un patio de armas

Esto es aplicable a los castillos cristianos, en los musulmanes se prescinde de la torre del homenaje y en el caso de las alcazabas se convierten en verdaderas ciudadelas con multitud de torres y dependencias intercomunicadas.

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